Y Elcana conoció a Ana su mujer, y el SEÑOR se acordó de ella. 
1 Samuel 1:19


Nunca pienses que Dios se ha olvidado de ti. Nuestro Padre nunca olvida a ninguna de sus hijas, como tampoco olvida las peticiones que has derramado delante de el. Sean días, semanas, meses o años, tú siempre estás presente en su corazón de Padre.

En el tiempo señalado te dará la respueta a tu petición. Sea ésta afirmativa o sea ésta negativa. 


Cuando Dios se acordó de la oración de Ana, fue el momento perfecto para que ella pudiera quedar embarazada. El momento en que en su calendario celestial, vendría al mundo Samuel. Un gran profeta de Dios, quien unge a los primeros dos reyes de Israel: Saúl y David. Su madre, Ana, lo dedicó al Señor todos los días de su vida. Es maravilloso leer la historia de Samuel y cómo se condujo toda su vida como siervo de Dios.  ¡Qué significativo y poderoso es entregar a nuestros hijos desde que nacen a Dios! ¡Qué todos los días que vivan le pertenezcan a Él! 


Nuestro Padre no se olvida, la Palabra señala que se acuerda porque es entonces el momento de accionar su plan divino. Cuando vemos el curso de la historia, más adelante luego de su nacimiento, nos damos cuenta por qué era el momento perfecto para que Samuel llegara al mundo. Siempre las respuestas de Dios vienen acompañadas de grandes propósitos. Esta es la recompensa de saber esperar en fe y en oración. 


Luego que Ana tuvo a su hijo Samuel, Dios la bendijo con más hijos. Tuvo 3 varones y dos niñas. (1 Samuel 2:21) ¡Qué hermoso fue Dios con ella! Su  petición de ser madre fue multiplicada. Ya no habrían burlas sobre su vida porque Dios se acordó de ella.


La próxima vez que pienses que has sido olvidada, que tus oraciones han sido olvidadas, y que las respuestas que esperas han sido olvidadas; sólo detente y lee nuevamente este pasaje de 1 Samuel 1:19.


Amiga:


¡Dios se acordará también de ti! 


Sólo espera con la fe más grande que puedas tener en tu corazón.

Con amor,

Xiomy M.




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