"Cada año su madre le hacía una túnica de lino y se la llevaban cuando 
iba con su marido a ofrecer el sacrificio". 
1 Samuel 2:19

Cuando Ana llevó a su hijo Samuel al templo, como había prometido en su oración, su anhelo era que este sirviera a Dios  todos los días de su vida. Cada vez que iba con su esposo a ofrecer el sacrificio anualmente, le llevaba a su hijo una túnica de lino. Puedo ponerme en el lugar de Ana, por un momento, y sentir la emoción y la expectativa de ver a su hijo. ¿Cuánto habrá crecido? ¿Cómo se verá su rostro cuando lo vuelva a ver? ¿Qué habrá aprendido nuevo sobre su labor en el templo? ¿Estará alimentándose bien?

¡Cuántas preguntas como madre invaden mi mente! Pero, por encima de toda pregunta e inquietud, en Ana sólo existía la felicidad de que había cumplido su palabra a Dios y que su hijo sería un instrumento poderoso. Un siervo dedicado al Altísimo. Ana, amaba a su hijo pero, más amaba a Dios. Ella lo entregó a Dios, y esta dádiva fue multiplicada a su vida.

Un detalle que resalta en mi corazón es el detalle de la túnica que ésta le llevaba en cada visita. La túnica cobra un significado especial en las Escrituras. En hebreo la expresión para túnica es: "ketonet". Ésta se colocaba en la parte más inferior del cuerpo y sobre ella se colocaban las demás prendas. Con la túnica se cubría a la persona que la utilizaba. Esta túnica era de lino, que era el tipo de tela utilizada  para la vestimenta de los sacerdotes. Ana cubría el cuerpo de su hijo cada año;  y con cada visita afirmaba el rol que su hijo Samuel desarrollaría más adelante en su vida. ¡Cómo no ver que con nuestros regalos, como madres, marcamos el destino profético de nuestros hijos!

¿No les parece que ésto mismo hace Dios con nosotras cuando lo recibimos en nuestra vida? Cuando nos visita con su amor y su gracia, es como si colocara una túnica sobre cada una. Cubriéndonos y dándonos un toque hermoso y distintivo que sale de su corazón de Padre. 

En la Palabra podemos encontrar en Génesis 3:21 que Jehová les hizo túnicas a Adán y a Eva para cubrir su desnudez. Por otro lado, en Génesis 37:3 vemos como Jacob le obsequió a su hijo José una túnica de colores. Cada vez que encontramos la palabra túnica en la Biblia  esta cobra un significado especial que nos ministra; hay muchas historias más que estoy segura serán de bendición para tu vida.

Cuando veo la manera en que Ana bordaba una túnica para su hijo, puedo sentir cómo Dios nos prepara túnicas para cada una de nosotras. Hay una gran diferencia cuando compramos algo ya listo para usarse, a cuando las propias manos del Creador la elaboran. ¡Cómo nos cubre Dios cada vez que nos visita! ¡Cómo nos rodea con sus alas para que estemos confiadas en su lugar seguro! ¡Cuánto nos ama que envió a su propio hijo para salvarnos!

 Ana visitaba a su hijo anualmente pero, ¿cuántas veces el Padre nos visita? ¿Acaso podemos contarlas o enumerarlas? Ten pon seguro que cada vez que el Padre visita tu vida trae un regalo especial para adornarte y para alegrarte. Cada vez, trae una túnica de lino con la cual anhela cubrir tu corazón. Una túnica con la cual desea guardarte y protegerte. 

Mi oración es hoy, que es puedas sentirte amada, cuidada y que puedas sentirte segura porque Dios te visita en cada instante. Cada segundo, cada minuto, cada hora. Cada vez que respiras, y en ocasiones ni cuenta te das que respiras, el Padre te visita y te viste.
Trae con él una túnica llena de esperanza, llena de amor, llena de sus sueños para tu vida, llena de salvación y una nueva oportunidad para volver a empezar.


Dios te bendiga.

Con todo mi amor,

Xiomy M.











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