«Te ruego que me dejes ir al campo a recoger espigas en pos de aquel a cuyos ojos halle gracia». Rut 2:2


Dentro de la vida de Rut hay un detalle que cautiva mi corazón, y es la parte de rogar, pedir, solicitar permiso, etc. ¡Cuánta humildad podemos encontrar en ella! Pedir permiso pareciera que ha pasado de moda y que el libre albedrío lo ha borrado del planeta. Pero en los planes y propósitos de Dios, pedir permiso cobra un nuevo significado, uno que muchos piensan está en peligro de extinción. Hay una forma de sujeción al hacerlo, no podemos permitir que la cultura y las nuevas tradiciones lo hagan desaparecer. Es como cuando nuestros hijos nos piden permiso para salir al cine, para ir a casa de sus amigos, para apuntarse en el equipo deportivo de su escuela, etc. Definitivo que cuando lo hacen, sea cual sea nuestra respuesta, como padres vemos la acción de haberlo preguntado antes de tomar una decisión y eso lo valoramos. En este momento, Rut va a donde su suegra, Noemí, para buscar su permiso para ir a segar a los campos. Trayéndolo a un plano espiritual, podemos aprender cuán esencial es rogar, orar y clamar antes de actuar o conducirnos a la ligera.

Así como nosotros en nuestro rol de  padres, anhelamos que nuestros hijos vengan a buscar donde nosotros: consejo, permiso, oración, etc.; cuánto más nuestro Padre celestial anhela que vengamos a él en todo momento. Buscar la dirección del Padre, es el fundamento de cada tarea o plan que trazamos para nuestra vida. Ellas habían quedado viudas y habían venido a Belén en busca de un nuevo comienzo. Rut, era una extranjera  moabita, no era judía, pero entendía perfectamente este principio bíblico.

Antes de ir a hacer cualquier trabajo, ruega por dirección, clama al Padre para que seas dirigida y sea él  quien te  conceda el permiso de ir. 
No importa el tamaño o la complejidad de la tarea, ruega a Dios para que seas escuchada y entonces puedas ir a recoger las espigas que anhelas. 
Aún cuando sepas que hay una cosecha lista que recoger, pregúntale al Padre si es el momento de moverte y ir a segar. 

Movernos con el sí de Dios, antes que con el sí de los hombres y del mundo, traerá bendición para tu vida y la de tus generaciones. 
No sólo es importante la cosecha y el obtener los frutos, más importante es dirigirte al campo correcto con la aprobación y la bendición de Aquél que conoce los tiempos. 

¡Dios te bendiga mucho!

Con amor,

X. Maldonado




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