Entonces el criado corrió hacia ella y le dijo: 
―Le ruego que me permita beber un poco de agua de su cántaro.
―Con mucho gusto, señor —dijo ella.
Y con prontitud inclinó el cántaro para que él pudiera beber.
Cuando el criado terminó de beber, la muchacha dijo:
―También sacaré agua para sus camellos, para que beban hasta que queden satisfechos.
Acto seguido vació el cántaro en el bebedero y fue corriendo varias veces al pozo a sacar agua, hasta que hubo la suficiente para todos los camellos.  Génesis 24:17-20
¡Qué poderoso y qué estrategia tan especial se utiliza para buscar esposa para Isaac! El anhelo de Abraham, como padre, era que su hijo tomara por esposa una mujer de su tierra, una que el supiera fuera bendecida desde sus orígenes. (Génesis 24:2-4)  
No sé, cuál haya sido o sea el deseo de ustedes como madres, pero el mio es que mis hijos tomen esposas que amen al Señor por sobre todas las cosas con todo su corazón. Las que estamos casadas conocemos el significado de que nuestros hijos y hijas contraigan matrimonio, es una decisión para toda la vida. No es algo trivial, ni se hace por impulso.  Hoy día, las costumbres y tradiciones han cambiando, pero algo que no ha cambiado es el deseo de Dios de que honremos este pacto. Que aprendamos a esperar su tiempo y su voluntad.  Al igual que  lo hizo Abraham, es una decisión que se debe tomar con temor y obediencia a Dios. 
Cuando el siervo de Abraham llegó a Mesopotamia, Dios puso en su corazón la idea de que a la doncella que le pidiera agua y ella le diera,  esta sería la esposa para Isaac.  ¡Hermoso y bondadoso Dios, que escuchó la oración del siervo! Ni había finalizado su oración y ya venía Rebeca con su cántaro. Así lo oró a Dios, así mismo sucedió. No sólo le dió agua al siervo, sino que también sacó agua del pozo para diez camellos que éste trajo. Un sólo camello puede beber 100 litros de agua en menos de quince minutos. !Sorprendente dato! ¿Cuántas veces habrá llenado su cántaro Rebeca? ¿Cuántos viajes daría desde el bebedero hasta el pozo?
Y sin que el siervo lo pidiera, varias veces corrió a buscarles agua, ¡qué trabajadora, bondadosa y fuerte era Rebeca! Hay muchas cosas que podemos aprender de Rebeca. La que toca mi corazón de forma especial, es que ella se convirtió en un oasis para el siervo y sus camellos en este momento. En ese oasis que sació su sed.  ¡Un pozo de bendición!
Y mientras leo todo esto, medito en que cada una de nosotras determinamos si nuestra vida y nuestro servicio a los demás son una fuente con aguas bendición. Si nuestra vida se puede convertir en ese "pozo" que muchas otras necesitan en: momentos de sed, en momentos de dificultad, en momentos de dolor, en momentos de luto, en los momentos más obscuros. 

Los pozos, en los tiempos en donde se da esta historia en la Biblia, eran vitales para sobrevivir. Cada pozo tenía mucha importancia para su dueño y para el pueblo , de este alimentaba a su familia con las cosechas y a sus animales.  ¡Hasta nombres les asignaban a cada uno! A través de las escrituras podemos ver cuántos encuentros y situaciones tuvieron lugar en un pozo. En un pozo, tuvo su encuentro Jesús con la mujer samaritana, y en un pozo vacío echaron los hijos de Jacob a su hermano José. 
Si en aquellos tiempos los pozos no eran muy comunes, por los terrenos áridos de la zona, hoy día no son muchos los que dan su vida para bendecir a otros. Pareciera que estuvieran escazos.  Son pocos los que dan de su agua para bendecir, ¡rompamos esta premisa en el nombre de Jesús!  Seamos de las que bajan el cántaro al pozo, sin importar las veces que tengamos que hacerlo. 
En nuestra actualidad tanto tú como yo, somos llamadas a ser esos pozos de bendición para otras. Somos llamadas a llevar agua de esperanza, agua de amor, agua de sanidad y agua de restauración. Saciamos esa necesidad espiritual con la ayuda del Espíritu Santo.
Cada una somos llenadas de la fuente de vida, que es Jesucristo. Esa agua que recibimos por gracia y amor la vertimos a otros de igual manera. Seamos pozos llenos de esa agua, limpia,  pura y sin contaminación. No seamos pozos sin aguas como al que fue arrojado José por sus hermanos. (Génesis 37:24)

Rebeca, hacía una tarea que realizaba diariamente de forma cotidiana, pero este día cambió su vida para siempre. Su actitud y labor cautivó al siervo de Abraham, fue esa la confirmación de que ella sería la escogida para Isaac.

Amiga que me lees: tu vida hoy, ¿es un pozo de aguas para los que te rodean? 
Hoy, ¿estás dispuesta a servir a aquél que no conoces? ¿Hay iniciativa en ti para dar a otros?  ¿Estás lista para dar la milla extra sin que te lo pidan? ¿Preparada para dar agua de vida de la que Jesús ha depositado en ti?

Saquemos del agua que Dios ha colocado en cada una de nosotras... No importa las veces que tengas que llenar el cántaro de agua, Dios te dará las fuerzas necesarias para hacerlo.
 ¡Es tiempo de saciar la sed de otras!
Dios te bendiga.
Con amor,

Xiomy M.





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