Destinada a florecer
Esparciendo el aroma del cielo
Por Emma Glizette Caballero


Siempre me han gustado los perfumes. Como mujer claro disfruto ese deleite de adquirir una buena fragancia y cuando me perfume, comenzando conmigo, aprecio sentir que el olor se sienta. Por ello me gusta escoger una fragancia con buen fijador. En días recientes me enamoré de un perfume que aunque es costoso, considero comprarlo pronto. Soy de las que como dicen se baña con el perfume.
Para mi el olor es algo especial, como parte del aseo y de la vestimenta. Es algo que resalta la elegancia.
Así mismo por el contrario si hay un mal olor, sabemos que pensamos en suciedad, y es desagradable. Por tanto concluyo que el perfume nos habla de el reflejo de la limpieza.

¿Habías pensado alguna vez, que el conocimiento tiene olor?
Somos grato olor de Cristo en aquellos que reciben salvación.
Portamos la fragancia de su presencia.
El ambiente cambia cuando caminamos con Cristo.
Somos transformadores de atmósferas.
Porque el olor de Cristo, ¡es olor a VIDA!

El perfume de Cristo es el más VALIOSO y maravilloso. Alcanzar la salvación nos hace sentir limpias de todo pecado y mancha. De ese mal olor a muerte, a dolor y pasamos de muerte a vida. Como Mujeres somos como frascos de perfume. Como flores que esparcen el aroma delicado y el aroma de la ternura. Nos identificamos con las flores que todo lo adornan y transforman en alegría, belleza y color.

Cuánto más lo es la vida de Cristo en nosotros. Ese conocimiento de su evangelio, de su esencia, que viene a hacer morada en nosotros. Vamos de triunfo en triunfo. Creciendo, regando semillas. Siendo parte de los cultivos del Creador para germinar en la tierra la semilla de la fe y la esperanza. Somos plantíos de Dios para su gloria. Por eso el jardinero divino nos cultiva con su amor y hace de nuestra vida una agradable y valiosa.

La mujer que derramó el perfume sobre los pies del amado Jesucristo, fue una mujer que amaba de seguro los perfumes finos. El perfume derramado era costoso. Pero como para ella, Jesús tenía un precio mayor, fue y rompiendo el frasco lo echó sobre los pies de su Salvador, reconociendo su valor y ofreciendo con ese acto, un momento de rendición, de amor y de ofrenda a los pies de su Señor. ¡Y se llenó todo de olor! Pero aunque ella al salir de la casa, ya no tenía perfume, su vida se convirtió en perfume que caminaba, porque caminaba bajo el perdón y bajo la sombra del Omnipotente. Siendo portadora de olor grato, por aquel que le impartió salvación. Fue criticada, pero a ella ni le importó. Ella asumió la crítica, enfocada en ir a los pies del Señor.

"Y toda la casa se llenó del aroma del perfume".

Procuremos llenar el lugar a donde estemos del perfume del cielo...
Está Jesucristo presente a donde quiera que vayamos...

Hoy ve ante el Amado de tu alma, y rinde tu vida cual perfume a tus pies. Sabiéndote semilla del reino. Convertida tu vida en vasija que se quiebra ante su presencia y derrama de tu ser, lo mejor que desde tu formación, Dios ha depositado en ti. Poderoso Dios que transforma la semilla en una preciada flor y a su vez de la flor brota la esencia del perfume que ya el por su gracia deposito en ti. Es hora de correr a sus pies. Somos perfume para él, y somos portadoras al mundo de semillas de VIDA, Cargamos olor a Triunfo. Porque cargamos el sello de la marca de la sangre de Cristo. Hablando buenas nuevas, compartiendo la palabra. Esparciendo el aroma del cielo.  

Más a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento.
Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden;
A éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?
Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo. 
2 Corintios 2: 14-17

Historia de referencia:
Seis días antes de la Pascua, Jesús fue a Betania, donde vivía Lázaro, a quien él había resucitado. Allí hicieron una cena en honor de Jesús; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban a la mesa comiendo con él. María trajo unos trescientos gramos de perfume de nardo puro, muy caro, y perfumó los pies de Jesús; luego se los secó con sus cabellos. Y toda la casa se llenó del aroma del perfume.  Entonces Judas Iscariote, que era aquel de los discípulos que iba a traicionar a Jesús, dijo:
¿Por qué no se ha vendido este perfume por el equivalente al salario de trescientos días, para ayudar a los pobres?
 Pero Judas no dijo esto porque le importaran los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía a su cargo la bolsa del dinero, robaba de lo que echaban en ella.  Jesús le dijo:
—Déjala, pues lo estaba guardando para el día de mi entierro. A los pobres siempre los tendrán entre ustedes, pero a mí no siempre me tendrán. Juan 12




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